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El agua se convierte en el nuevo "oro líquido" de la vitivinicultura.

Info Innovi,

El sector vitivinícola está afrontando con preocupación los efectos del cambio climático, que ha alterado drásticamente las condiciones para el cultivo de la vid. La reducción de la pluviometría, las temperaturas más elevadas y fenómenos como las noches tropicales y los golpes de calor durante la maduración de la uva han generado un profundo debate sobre la necesidad de reconvertir una agricultura tradicionalmente de secano en una de regadío. En este contexto, el agua se ha convertido en un recurso vital para garantizar la viabilidad del sector, llegando a ser considerada "el nuevo oro líquido" por muchos expertos del sector.

En una reciente edición de Diálogos La Vanguardia, dedicada a la sostenibilidad y la innovación en la vitivinicultura, diversas figuras implicadas en el sector discutieron sobre la gestión del agua y las soluciones que se están desarrollando para minimizar los efectos del cambio climático. Eloi Montcada, clúster manager de INNOVI, remarcó la importancia de disponer de agua "de apoyo o de supervivencia" para mantener la calidad y la homogeneidad de las cosechas. Montcada aseguró que, aunque la demanda de agua de la vid es mucho menor en comparación con otros cultivos como los frutales, es esencial garantizar una gestión inteligente, utilizando tecnologías para monitorizar las necesidades exactas de cada planta.

Delfí Sanahuja, director técnico de Perelada, compartió la experiencia de su empresa, que ya desde 1997 utiliza agua reciclada de la depuradora del municipio de Colera para regar sus viñedos en L'Empordà. Según Sanahuja, el agua no solo es crucial para asegurar la supervivencia de las vides en años secos, sino también para garantizar producciones estables y de calidad, evitando que las fluctuaciones meteorológicas afecten de manera significativa la rentabilidad. Para Sanahuja, "quien tenga agua podrá minimizar los inconvenientes de los últimos años".

Joan Josep Puig, director general de la compañía Oller, dedicada a la producción de tapones de corcho, subrayó que la gestión sostenible del agua no solo es clave para la vitivinicultura, sino también para el sector corchero. Un estudio coordinado por la Fundación Instituto Catalán del Corcho ha revelado que una gestión adecuada de los alcornoques mejora la capacidad de infiltración del agua y ayuda a la recarga de los acuíferos. Puig destacó la interdependencia entre los sectores vitivinícola y corchero, ambos estrechamente vinculados al paisaje y al entorno natural, y recalcó la necesidad de trabajar conjuntamente para hacer frente a los desafíos climáticos.

Sarai Sarroca, directora del Servicio Meteorológico de Cataluña, alertó sobre el futuro árido que espera a la región, advirtiendo que los recientes años de sequía son solo un anticipo de lo que vendrá. Sarroca abogó por adoptar prácticas agrícolas más sostenibles, como la agricultura ecológica y regenerativa, y por una mayor apuesta por las energías renovables. También sugirió la adaptación de los viñedos a las nuevas condiciones climáticas con plantas más resistentes y diferentes marcos de plantación.

Esta discusión subraya la importancia de encontrar soluciones creativas y sostenibles ante la creciente escasez de agua. Mientras la innovación tecnológica avanza para gestionar este recurso de manera más eficiente, el futuro del sector vitivinícola depende de la capacidad de los productores para adaptarse a un clima cada vez más exigente e incierto.

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